Le escribí un cuento de esos que le gustaban tanto. Princesas infinitas que aunque dormidas siempre esperaban, magos con pócimas milagrosas, príncipes azules y de mil colores mas, dragones que escupían fuego, castillos medievales y brujas malas por montones convivían como solo en los cuentos puede pasar.
Se lo escribí porque se que es difícil ser adulto, se olvida uno de las ganas de reír que se tenían hace apenas algunos años, o días quizás. Porque se que es fácil dejar detrás los sueños que se cree se perseguirán y se olvidan a la segunda semana detrás del escritorio que se vera los próximos 30 o 40 años.
Pero no se lo mande, ni se lo di en su mano, vamos ni en un email se lo escribí. Tal vez era por que le tenía miedo o simplemente no sabia donde vive hoy. Así que lo escribí en mil hojas pequeñitas y lo tire por las calles donde la veía pasar, esperando que ella que nunca veía al suelo se agachara y recogiera alguno y supiera que era para ella y sonriera otra vez.
Pero se de buena fuente que ni uno solo recogió. Y nunca volvió a sonreír.
Pero bueno de todos modos ella casi nunca sonreía ya.
Se lo escribí porque se que es difícil ser adulto, se olvida uno de las ganas de reír que se tenían hace apenas algunos años, o días quizás. Porque se que es fácil dejar detrás los sueños que se cree se perseguirán y se olvidan a la segunda semana detrás del escritorio que se vera los próximos 30 o 40 años.
Pero no se lo mande, ni se lo di en su mano, vamos ni en un email se lo escribí. Tal vez era por que le tenía miedo o simplemente no sabia donde vive hoy. Así que lo escribí en mil hojas pequeñitas y lo tire por las calles donde la veía pasar, esperando que ella que nunca veía al suelo se agachara y recogiera alguno y supiera que era para ella y sonriera otra vez.
Pero se de buena fuente que ni uno solo recogió. Y nunca volvió a sonreír.
Pero bueno de todos modos ella casi nunca sonreía ya.